En ese instante

En ese instante, el mundo cambia, se agita,
y siento que podría regalarte cada mirada que no se tornase esquiva.
Con la inocencia que pertenece a mis lunas,
te entregaría cada aliento de cada sonrisa
y el anhelo que invade mi cuerpo cuando oigo susurrar en mi interior tu nombre.
Mas el momento no se prolonga más que el instante que le corresponde.
El mundo vuelve a la calma,
y de nuevo me pierdo entre suspiros de niña inquieta,
que no comprende que el enigma de tu ser le sea conocido,
familiar como el sol ocultándose tras inmensas llanuras de soledad
que separan dos mundos paralelos,
a la vez que dispares,
como las palabras que no se atreven a revelarse.
Me escondería eternamente tras velos de temor y tristeza,
si me salvaran del abismo que se abre ante mis inseguros pasos.
Pero si pierdo el fuego de mi locura
nunca sabré qué habrían escondido tus miradas;
si alguna vez hubieras robado furtivamente mi imagen
para grabarla en los párpados de tus ojos de miel,
como hice yo cuando irrumpiste en mis sueños.
Quizá bajo al luz de una madrugada soñolienta
encuentre el coraje para dejar de ocultarte
aquello que enciende mi mirada
al contemplarte.

- Una inexperta escritora y experta sentidora.